Aqui en silencio adoratriz contemple a Dios

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Basilica San Pedro , Vaticano

Amigos que Dios trae a este rincon de la red.

lunes, 12 de abril de 2010

LA ORACIÓN TEOLOGAL

La oración del corazón no es más que la introducción a un tema muy amplio, demasiado amplio tal vez, porque es algo muy sencillo y siempre nos cuesta identificar y formular las cosas sencillas. Hoy me gustaría hablarte de la oración teologal que es, en realidad, otra forma de acercarnos a la oración del corazón.

¿Que significa la fórmula “oración teologal”? La fórmula “oración teologal” evoca a una orientación del corazón que se apoya en las tres virtudes teologales: fe, esperanza y amor. Supongo que esto es algo bastante preciso; las virtudes teologales son, en resumen, las capacidades que nos da Dios gratis para poder llegar a él directamente, mientras que las demás virtudes, las morales, tienen que ver con los medios que nos ayudan a caminar hacia Dios.

Nos reencontramos aquí con una orientación esencial de la oración del corazón que apunta directamente al corazón de Dios. Es lo más profundo de mi corazón quien está en la búsqueda de un encuentro directo con Dios. No solamente es un encuentro afectivo para experimentar la ternura divina que viene a satisfacer mis necesidades más íntimas y secretas, de probar la bondad de Dios siendo una persona hu-mana, sino también la oportunidad que me ha sido ofrecida por el Padre: es él quien viene a mi y, más allá de todos los medios o intermediarios, este encuentro se realiza porque él está de acuerdo y me da esta oportunidad.

En este momento me pregunto si tú no querrás interrumpirme para decirme: “¿Por qué insistir en algo que parece más que evidente? Rezar es buscar a Dios, es ir al encuentro más inmediato entre él y yo en el amor”.

Efectivamente, me parece que muy a me-nudo en lugar de rezar así, gastamos el tiempo y la energía en actividades que tal vez solo se parecen a la oración. Ya no es Dios sino el yo de cada uno el que se convierte en el centro de interés de semejante actuación. Esto lo experimentamos todos pero quizás no sacamos las conclusiones que conlleva. Permíteme que te cuente algo de mi vida para ilustrar lo dicho.

En la evolución de mi oración, he vivido una aventura y sé que muchos han pasado por una experiencia análoga; por eso creo útil decir unas palabras sobre lo que ha golpeado y orientado el resto de mi existencia. Cuando yo era adolescente, un día, aparentemente por casualidad, encontré un volumen de las obras de la gran santa Teresa. Y esta lectura transformó mi vida. En cierto modo ella hizo surgir instantáneamente de lo más profundo de mi corazón una fuente cuyo contenido me seria difícil de describir aunque yo sabia que esta lectura estaba estableciendo un vinculo infinitamente profundo y verdadero entre mi corazón y Dios.

Esta fuente era lo suficientemente abundante como para regar toda mi vida; ella me llevó a mi celda de la Cartuja donde respondía a todas mis necesidades tanto las de soledad como las de liturgia. Sin ni siquiera hacerme preguntas, podía volver a mi fuente que nunca me decepcionó.

No obstante, un día se matizó cuando se me presentó una duda. ¿Qué es lo que me daba esta fuente? ¿Respondía de verdad a los deseos íntimos de mi corazón? Dicho de otra manera ¿era Dios lo que encontraba en ella? ¿O tal vez -y es ahí donde se hacía dolorosa la pregunta- no era, en última instancia, donde yo me encontraba a mí mismo aunque fuera a través de ella, como me llegaba el reflejo de Dios que me cautivaba desde hace años? La cuestión se hacía cada vez más clara: esta fuente no era Dios y yo sólo tenía sed de él. Debería pues abandonar a mi querida fuente. Si esto había sido posible, ahora yo la había secado y obstruido pues empezaba a sentirla como un obstáculo porque ocupaba el lugar de Dios en mi corazón. Entonces fue cuando descubrí la necesidad de encontrar el medio, la actitud del corazón a través de la cual abriría la puerta directamente a quien desde hacía tanto tiempo estaba llamando en vano porque en mi oración, de lo primero que me ocupaba era de mí mismo.

He contado este episodio para dar un ejemplo de lo que me parece que es una trampa inevitable de la soledad: bajo el pretexto de buscar a Dios, al final acaba uno encontrándose a sí mismo, de manera muy piadosa, y en esto consiste su felicidad. ¿Cómo escapar a esta emboscada?
de un cartujo

4 comentarios:

  1. Pues ante lo expuesto yo solo veo una búsqueda de Dios y una escucha de lo que El habla. Me ha encantado esta reflexión, casi supone un examen de conciencia en mi encuentro diario con Dios. ¿Realmente mi plagria es del corazón? No sé, yo me veo muy lejos ante lo que acabo de leer. Gracias. El detalle del descubrimiento de Santa Teresa, me ha recordado lo mismo que vivió Juan Pablo II. Rezo por Ud.

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  2. Gracias Angelo te mando un abrazo. Gracias por tus oraciones, las necesito en este momento.
    un abrazo y comunion de oraciones
    adri

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  3. Psic. Adriana Taccone:
    De mi mayor consideración
    Una búsqueda en Google me condujo hasta su blog.
    Me parece muy provechoso para el espíritu de los visitantes católicos.
    Que el Señor la siga bendiciendo con las gracias de esta Pascua
    Padre Horacio Bojorge S.J. (Montevideo)

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  4. Que alegria recibirlo Padre Horacio. Vivo en Buenos Aires capital,Argentina.
    Para el alma es de gran alegria recibir a un Sacerdote . Lo invito a conocer los otros blogs que administro y defienden la fe catolica.

    Gracias por su bendicion y le pido un favor si es posible, de mi parte ante el Santisimo digale a Jesus que lo amo con todas mis fuerzas, con toda mi alma, con todo mi espiritu.

    En comunion de oracion me comprometo a orar por su sacerdocio
    Adriana

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"No debáis nada a nadie, sólo sois deudores en el amor" (Rm 13,8)

Usa el crucifijo . Da testimonio de Cristo Vivo .

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Colgate la cruz en el cuello, te protegera de todo peligro, sera tu aliada en la tentacion y espantara todo mal.