Aqui en silencio adoratriz contemple a Dios

Aqui en silencio adoratriz contemple a Dios
Basilica San Pedro , Vaticano

Amigos que Dios trae a este rincon de la red.

viernes, 22 de enero de 2010

LA CONTEMPLACIÓN

Contemplar no es mirar, no es pasividad ni arrobamiento. Simplemente es un modo de oración. Es un camino y un proceso al cual , con la gracia de Dios, podemos llegar si hemos meditado con frecuencia, orientándonos con amor hacia Jesucristo y buscando la unión con Él. El recorrido no es sencillo, pues el medio para hacerlo es la fe, la cual es oscura para el entendimiento. La contemplación es un camino para llegar al conocimiento de Dios. Santa Teresa de Ávila nos dice que “procuremos esforzar la fe”, dejándonos claro que la fe necesita ejercitarse, pues es el medio para llegar a la contemplación. Contemplar es detenerse con amor en algo relacionado con Jesucristo y que se ha meditado una y otra vez. Es dejarse inundar por el fuego abrasador de Dios y dejarse guiar por Él.

FECUNDIDAD DE LA ORACIÓN

Si en la oración buscamos a Cristo , los frutos serán fecundos. ¿Qué sería del mundo sin la oración? ¿Cuántos acontecimientos malos ha evitado la oración? ¿Cuántas maravillas ha producido la fuerza de la oración? En el mundo de hoy falta fe y esperanza, por lo tanto la alegría es escasa. Sin la alegría, es muy difícil valorar las maravillas que existen. Al contrario, se ve sólo lo malo. El ser humano se desmoraliza y no lucha para mejorarlo. Si intensificamos la oración, habrá más amor, más esperanza, justicia, paz, pues la oración siempre tiende al Bien y a lo que trasciende.

MEDITACIÓN


Es una búsqueda constante para conocer y amar cada día más a nuestro Señor. La meditación hace intervenir el pensamiento, el deseo, la imaginación, la emoción. Es fundamental que esté orientada hacia el conocimiento del amor de Jesucristo y hacia la unión con Él. La meditación puede ser sobre una oración o un pasaje del Evangelio. Pero lo importante no es detenerse a desglosar un hecho con la inteligencia y quedar éste flotando sólo en el intelecto. Santa Teresa de Ávila nos dirá que “la cuestión no está en pensar mucho sino en amar mucho”, pues la oración no es un ejercicio mental sino un tú a tú con quien sabemos que nos ama. Si hay distracciones extremas o sólo es el intelecto quien trabaja, tal vez es recomendable redoblar la oración vocal, es decir, rezar con más continuidad el rosario y las diferentes oraciones. Por muy elevada que sea la oración de alguien, jamás debe dejar el rezo del rosario y las demás oraciones.

DELICADEZA DE ALMA


Consiste, entre otras cosas, en tener conciencia que cualquier acto malo, por pequeño que sea, es motivo de gran pena por el daño que podemos causarle a alguien y por lo que podemos herir a Dios. Estos actos negativos, antes de emprender el camino de la oración, eran nimiedades, pues los considerábamos normales. No se trata de escrúpulos sino de finura, de ofrecer lo mejor nuestro al Señor y al prójimo. También apunta a hacer nuestros deberes, por sencillos y cotidianos que sean, con cariño, con profesionalismo y perfección, para contentar al Señor, para contentar a quienes nos rodean y para mejorar nuestro entorno.

viernes, 15 de enero de 2010

Para que Dios descanse en el almase ha de pacificar siempre el corazón en cualquier inquietud

Has de saber que es tu alma el centro, la morada y reino de Dios; pero para que el gran rey descanse en ese trono de tu alma, has de procurar tenerla limpia, quieta, vacía y pacífica. Limpia de culpas y defectos, quieta de temores, vacía de afectos, deseos y pensamientos, y pacífica en las tentaciones y tribulaciones.

Debes, pues, tener siempre pacífico el corazón para conservar puro ese vivo templo de Dios, y con recta y pura intención has de obrar, orar, obedecer y sufrir sin ningún tipo de alteración cuanto el Señor considere enviarte. Porque es cierto que por el bien de tu alma y tu provecho espiritual, Dios ha de permitir al envidioso enemigo que turbe esa ciudad de quietud y trono de paz con tentaciones, sugestiones y tribulaciones, y por medio de las criaturas, con penosas molestias y grandes persecuciones.

Sé constante y pacifica tu corazón en cualquiera inquietud que te ocasionaren estas tribulaciones. Entra allá adentro en tu interior para vencerlas, que allí está la divina fortaleza que te defiende, te ampara y por ti pelea. Si un hombre tiene una fortaleza segura, no se inquieta aunque le persigan los enemigos, porque al entrar allá dentro, quedan burlados y vencidos. El castillo fuerte para triunfar sobre tus enemigos visibles e invisibles, y sobre todas tus acechanzas y tribulaciones, está dentro de tu misma alma, porque allí reside la ayuda divina y el socorro soberano; entra allá dentro y todo quedará quieto, seguro, pacífico y sereno.

Tu principal y continuo ejercicio ha de ser pacificar ese trono de tu corazón para que repose en él el soberano rey. El modo de pacificarlo ha de ser entrándote dentro de ti mismo por medio del recogimiento interior . Todo tu amparo ha de ser la oración y recogimiento amoroso en la divina presencia. Cuando te vieres más combatido, retírate a esa región de paz, donde hallarás la fortaleza. Cuando estés más temeroso, recógete a ese refugio de la oración, única arma para vencer al enemigo y sosegar la tribulación. No te has de apartar de ella en la tormenta, hasta que experimentes, como otro Noé, la tranquilidad, la seguridad y serenidad, y hasta que tu voluntad se halle resignada, devota, pacífica y animosa.

Finalmente, no te aflijas ni desconfíes cuando estés temeroso; él vuelve a aquietarte siempre que te alteres, porque esto es todo lo que quiere este divino Señor de ti, para reposar en tu alma y hacer un rico trono de paz en ella, que busques dentro de su corazón, por medio del recogimiento interior y con su gracia divina, el silencio en el bullicio, la soledad en la compañía, la luz en las tinieblas, el olvido en el agravio, el aliento en la cobardía, el ánimo en el temor, la resistencia en la tentación, la paz en la guerra y la quietud en la tribulación.

GUÍA ESPIRITUAL
Miguel de Molinos (1627 – 1697)

No se ha de inquietar el alma por verse rodeada de tinieblas,

Hay dos formas de tinieblas: unas infelices y otras felices. Las primeras son las que nacen del pecado, y éstas son desdichadas, porque conducen al cristiano al precipicio eterno. Las segundas son las que el Señor permite en el alma para fundarla y establecerla en la virtud; y éstas son dichosas, porque la iluminan, la fortalecen y ocasionan mayor luz; por lo tanto, no has de turbarte, afligirte ni desconsolarte por verte en oscuridad y tinieblas, ni pienses que te falta Dios o la luz que antes experimentabas; antes bien, debes entonces perseverar con constancia en la oración , porque esta es una clara señal que Dios por su misericordia quiere introducirte a la senda interior y el camino dichoso del Paraíso. ¡Oh qué dichoso serás si te aferras a ella con paz y resignación, como instrumentos de la quietud perfecta, de la luz verdadera y de tu todo bien espiritual!

Sabe, pues, que el camino de las tinieblas es de los avanzados y es el más perfecto, seguro y derecho, porque en ellas tiene su trono el Señor: Y puso las tinieblas como refugio suyo (Sal 18:11). Por ellas crece y se hace grande la luz sobrenatural que Dios infunde en el alma. En medio de ellas se engendra la sabiduría y el amor fuerte. Por ellas se aniquila el alma y se consumen las especies que estorban la vista derecha de la verdad divina. Por este medio introduce Dios al alma por el camino interior en oración de quietud y contemplación perfecta, experimentada por tan pocos. Por ellas, finalmente, el Señor purifica los sentidos y sensibilidades que estorban el camino místico.

Mira entonces si no se han de estimar y abrazar las tinieblas; lo que debes hacer en medio de ellas es creer que estás delante del Señor y en su presencia; pero ha de ser con una atención suave y quieta. No quieras saber nada, ni busques regalos, ternuras, ni devociones sensibles, ni quieras hacer otra cosa que el divino beneplácito, porque de otro modo no harás en toda tu vida otra cosa que dar vueltas en círculos y no darás un paso en la perfección.
GUÍA ESPIRITUAL
Miguel de Molinos (1627 – 1697)

La Pureza del Corazón

“El Hombre interior es un hombre nocturno, punto de partida de la pureza del corazón”.
Deseo iniciar esta ponencia compartiéndoles una experiencia de los Santos Padres, y dice así.

Se trataba de dos ermitaños que vivían en un par de islas diversas. Un ermitaño era joven y se había hecho muy famoso y gozaba de gran reputación, en tanto que el otro era anciano y un gran desconocido. Un día, el anciano tomó una barca y se desplazó hasta la isla del joven y famoso ermitaño. Lo saludo con educación y honores y le pidió un consejo espiritual. El joven le entregó una formula, un mantra como oración de repetición, y le facilitó las instrucciones necesarias para la repetición del mismo. Agradecido, el anciano volvió a tomar la barca para dirigirse a su isla, mientras que el joven eremita, se sentía muy orgulloso por haber sido reclamado espiritualmente por aquel anciano, En tanto el anciano se sentía muy feliz con el mantra.

El anciano, era una persona sencilla y de corazón puro. Toda su vida no había hecho otra cosa que ser un hombre de buenos sentimientos y ahora, ya en su ancianidad, quería hacer alguna práctica metódica.

Estaba el joven ermitaño leyendo las escrituras, cuando, a las pocas horas de marcharse, el anciano regresó compungido, y le dijo:

Venerable asceta, resulta que he olvidado las palabras exactas del mantra. Siento ser un pobre ignorante. ¿Puedes indicármelo otra vez?

El joven miró al anciano con condescendencia y le repitió el mantra.

Lleno de orgullo, se dijo interiormente: “Poco podrá este pobre hombre avanzar por la senda hacia la Verdad, si ni siquiera es capaz de retener un mantra”. Pero su sorpresa fue extraordinaria cuando de repente vio que el anciano partía hacia su isla caminando sobre las aguas.

Queridos hermanos y hermanas, yo soy sólo un lector apasionado de los Santos Padres antiguos y vengo a compartirles una experiencia de lectio sobre el tema de la “pureza del corazón”, muy seguramente no les diré nada nuevo o que, quizás, ustedes no conozcan.

Como saben, soy un monje y como tal sigo el camino de la tradición antigua de la Iglesia, en lo que se refiere a la búsqueda de la Verdad, como identificación con el Señor; sabiendo que el fin de la vida monástica, como la definen los Santos Padres antiguos, es la Pureza del Corazón.

La vida anacorética, como específico y particular camino monástico, tiene como fin el anonadamiento de una vida escondida que es el fruto de la Pureza del Corazón del que se ha identificado con Dios, el que está recorriendo el camino de retorno al lugar de partida, a la casa del Eterno Padre. Con esto defino lo que creo que es la Pureza del Corazón, un camino y mucho más, es El Camino que se hace vida en el orante, en el buscador de Uno y Trino, del Eterno Dios.

Y es Camino, porque Cristo es Camino Verdad y Vida y Él para decirlo con el Pobre de Asís es el Único Puro. Ciertamente me pueden decir y quien no es monje o anacoreta qué hace, y es aquí donde decimos que la Pureza del corazón es el camino kenótico ofrecido por el señor para todo bautizado, si para cada uno de nosotros allí donde Dios nos ha puesto, en nuestra particular vocación.

Es por esto que hemos de afirmar que la Pureza de Corazón es una total aceptación de nosotros y de nuestra situación y condición, tal como soy, tal como estoy, podríamos decir tal como he llegado, como querido por Dios.

Esto significa la renuncia a todas las ilusiones sobre nosotros mismos, toda estima exagerada de nuestras propias capacidades, para obedecer a la voluntad de Dios como se nos presenta en los momentos difíciles de la vida, en su verdad exacta, donde la pureza del corazón es el reconocimiento iluminado del hombre nuevo, como opuesto a las complejas y lamentables fantasías del hombre viejo.

¿Acaso Dios impone un sentido para mi vida desde fuera, a través de los acontecimientos, la costumbre, la rutina, la ley, un sistema, el impacto de aquellos con los que vivo en sociedad? ¿O bien estoy llamado a crearme desde dentro, con Él, con su gracia, un sentido que refleje su verdad y que me haga su “palabra” hablada libremente en mi situación personal?

Mi verdadera identidad subyace en la llamada de Dios a mi libertad y en mi respuesta a Él y este es el medio en donde se desarrolla la Pureza del Corazón, como camino de deificación…


Padre Juan B. Romano MSC
Monje de La Santa Cruz

Hacer la voluntad de Dios.


Había fuerte tormenta. El viento me parecía por momentos amenazante. Permanecimos dentro varias horas.

P. Vasily, lo mas tranquilo, lijaba una madera en la que luego pintaría un icono de la Madre de Dios. Se suscitó un interesante diálogo que he reconstruido en base a las notas que tomé y a la memoria de frases que me impactaron y esclarecieron.

- Todo ocurre por su voluntad o como resultado de las leyes que El ha creado. La existencia que tenemos es Su voluntad y los aconteceres que en ella vivimos derivan de Su voluntad o de nuestras acciones interactuando con esos aconteceres.

- Pero a esta altura de mi vida vivo seguramente lejos de Su voluntad, he metido muchas veces mi propio interés en medio de los sucesos.

- Si. Por eso, lo primero que debes hacer si quieres adecuarte exactamente a la intención divina, es dejar de hacer. Ya no intervenir en aquello que no te requiera.

Es simple. Las cosas van pasando, ante tus ojos se van suscitando una serie de hechos, de eventos. Gente que hace o dice cosas, aconteceres muy diversos que ocurren. Debes permanecer concentrado en la oración interior y no intervenir.

No dejar que tus deseos traten de modificar lo que acontece. Si permaneces atento, notarás que ante cada suceso estas deseando algo. De cada cosa queremos algo, de cada persona; que se calle o que hable o que haga esto o aquello y esos deseos se manifiestan en nuestro actuar en cada momento.

Siempre lo que deseamos que ocurra se filtra en lo que hacemos, estamos tratando de que pase lo que nosotros queremos que suceda. Por lo cual te digo que no hay nada que hacer. Nuestro deseo único ha de ser no obstaculizar Su voluntad, no intervenir tratando de adaptar la realidad a nuestras apetencias.

No hacer, porque nuestro hacer es deseoso, egoísta, manipulador de la realidad para nuestros fines.

- Pero entonces, ¿cómo vivir? Porque la situación es que a cada momento los hechos de un modo o de otro me requieren, piden que yo intervenga.

- Veamos. Hay distintas posibilidades. La primera es que los demás se dirijan a mí, me pregunten algo o me ordenen algo, situaciones por el estilo. La realidad por así decirlo viene hacia mi.

Otra situación se relaciona con momentos donde nadie se dirige a mí, pero los hechos parecen reclamar mi intervención, como si desde mi propio interior surgiera una urgencia por intervenir que de algún modo siento legítima. Supongamos por caso que observas a una persona que está por dañar a otra.

Y existiría una tercera posibilidad que se manifiesta cuando ni me requieren, ni algo en mi pide intervenir. Quedo ajeno sin dificultad.

En los tres casos actúo teniendo en cuenta la presencia de Dios. Respondo sabiendo que Dios me escucha, me mira, está junto a mí. No me refiero a actuar por temor a su castigo, ni para agradarle; me pongo aparte de todas esas caracterizaciones humanas, de todos esos atributos que nosotros proyectamos sobre Él; simplemente actúo atento a Su presencia.

Porque aunque mis sentidos no lo perciban habitualmente, aunque no siempre siento lo sagrado a mi alrededor, sabemos que Él está. Porque si dejara de sostener nuestra existencia un solo instante esta desaparecería.

Debes actuar ante el principio más elevado de tu propia conciencia. Como si dijéramos…si fueras ahora el mejor que has soñado ser, el mejor que quieres ser, ¿cómo actuarías? Es lo mismo. Si Cristo mismo estuviera sentado aquí a un costado, ¿de qué modo respondería yo a este requerimiento? Imagina que estás ante Aquél que es el origen de todo lo existente…la sustancia madre del universo, ¿no pondrías lo mejor que tienes en la acción, como acto de agradecimiento?

Siempre comportarme teniéndolo sentado en la habitación, en Su presencia. Porque actuar como uno cree que a Él le agradaría es actuar como nos agrada a nosotros en nuestro ser profundo, detrás de la capa de deseos que nos manipulan.

Ya sabemos nosotros que nada sabemos de Dios, que somos muy pequeños para saber de Él, que se encuentra en “La nube del no saber” ¿verdad? Suponemos que no es como nosotros somos, bipolares, que padecemos agrado y desagrado, enojo o alegría; suponemos que está mucho mas allá de eso y lejos de nuestra comprensión. Pese a ello actúo tratando de agradarle, devolverle lo mejor que tengo.

Por eso, debemos vivir aceptando la existencia en la que nos ha inmerso, en la que estamos sumergidos y dejar que en ella se manifieste completamente Su voluntad. No es difícil. No hago nada que a mi se me ocurra y cuando debo actuar impelido por las situaciones, lo hago atento a Su presencia.

En el segundo caso, cuando el impulso para actuar deriva de mi propio interior y no puedo discernir si ese impulso se corresponde o no a Su voluntad, ¿Qué hacer? Porque pueden darse situaciones en las que aún poniendo Al Señor como medida, no resuelvas. Son casos en los que te parece que una y otra opción son como neutras, dudosas, no puedes afirmar nada.

Lo que te sugiero en ese momento es poner en marcha alguna acción de acuerdo al impulso que te motiva y luego esperar. Es como si tomaras muestras para revisar. Activas la iniciativa y descansas, esperas para ver lo que se ha producido. Si las cosas empiezan a desarrollarse favorablemente sin demasiado esfuerzo, tienes el indicador que este requerimiento interno era acertado.

En suma: actuar en la Presencia de Dios, orando continuamente y sin hacer según nuestros deseos. En el caso de una fuerte moción interior, activar un poco y observar, no forzar las cosas.

Y esto viene a permitir el reacomodo de la propia vida a la intención de Cristo.Porque si tus deseos han construido circunstancias que son resultado de tus particulares apetencias, mantenerte en esta conducta que te digo va a restablecer tu dirección hacia donde fue destinada. Llevará mas o menos tiempo, pero todo se va a ordenar como fue ordenado en su origen.

- Si, esta muy bien y es algo muy aliviador ubicarse allí, Padre… quisiera que me hable un poco de esas leyes con que el mundo esta hecho y con las cuales nos vinculamos a través de los deseos y un poco de la oración también.

- También es muy simple. Supón que intervienes en una situación como resultado de tu ambición, eso tarde o temprano no te va a servir, no va a resultar. Lo que ambicionabas no va a salir bien o algo vendrá a salir de modo que lo ambicionado, aún logrado, no te va a satisfacer.

Las cosas están hechas de manera que aquello que pongas recibas. Uno siembra lo que lo motiva y cosecha según eso. Si actúas por temor cosecharás temor, si desconfianza, eso recogerás. El hacer ideal es el hacer por amor, pero eso implica una ausencia de egoísmo de la que estamos lejos, por lo cual, actuar solo en Su Presencia viene a ser lo mejor para nuestro estado ambiguo en esta tierra.

El ejemplo más fácil que me viene a la mente de acuerdo a mi propia experiencia es este: El que quiere quedar bien, queda mal. En cambio, si actúas por un motivo superior y te desinteresas de cómo quedes ante los demás…Todo lo que hemos sembrado con la semilla de nuestros deseos, es mala cosecha por venir. Apartarnos de todo eso, no ir a cosechar; permanecer sin hacer o cuando debamos hacer actuar en Su presencia, corregirá rápidamente tu vida.

Lo único que debemos hacer en cada momento es orar. La oración continua e ininterrumpida o retomada cuando nos damos cuenta de haberla interrumpido, es nuestra verdadera construcción. Sea que te encuentres en la circunstancia que te encuentres debes mantener la repetición interior del nombre de Jesucristo o la forma de oración a la que estés habituado.

Solo debes darte cuenta de que no hay nada que hacer con la mente. Ella resulta de los movimientos del cuerpo y de los deseos múltiples y en eso anda siempre. Casi todo lo que hace es analizar cómo obtener más placer.

Por eso la oración continua silencia la mente y cuando ella se silencia podemos sentir y escuchar al Espíritu Santo, que siempre está con nosotros. No creo que el Espíritu se manifieste cuando rogamos lo suficiente, sino que de tanto concentrarnos se silencia nuestro ruido interno y entonces podemos escucharlo. Y ya actuar en Su presencia deja de ser un recurso para ser una sensación viva de lo sagrado envolviéndonos.

Reza siempre hijo, repite todo el tiempo el Santo nombre y verás que el jardín del edén esta aquí mismo y que El Señor camina por el y que podemos escuchar sus pasos.

- Bendígame Padre! dije, arrodillándome y bajando la cabeza.

- ¡Que el señor Jesucristo te proteja y te guarde siempre!

(Diálogo entre el Monje hesicasta (Padre Vasily)* y Mario)

*Padre Vasily es un nombre ficticio que se usa para preservar el anonimato que el eremita ha puesto como pre condición a los diálogos sostenidos y su publicación.

¿Qué es un stárets?

El stárets… es el que convierte vuestra alma y vuestra voluntad a su alma y su voluntad. Después de elegido el stárets, renunciáis a la voluntad propia y se la entregáis a él con plena obediencia, con cumplida abnegación.

A esa prueba, a esa terrible escuela de vida, sométese el individuo espontáneamente, con la esperanza de vencerse, tras larga experiencia, a sí mismo; dominarse hasta el extremo de poder, finalmente, alcanzar mediante el sometimiento de toda su vida, la libertad completa, es decir, la liberación de sus inercias; evitando la suerte de aquellos que consumieron toda su existencia sin hallar el verdadero ser en si mismos.

Esta innovación, es decir, la del stárchestvo…, no tiene nada de teórica, sino que se introdujo en oriente contando ya un milenio de práctica. La sumisión al stárets es otra cosa que la habitual obediencia que siempre se ha observado entre nuestros monasterios rusos.

Aquí se reconoce la eterna confesión de todos los actuantes al stárerts y lo indisoluble del lazo que une al que obliga y al obligado.



Del stártes Zósima decían muchos que, al recibir por espacio de tantos años seguidos a cuantos iban a desahogar con él su corazón y ansiosos de escuchar su consejo y su medicinal palabra…, hasta tal punto recogiera en su alma confidencias, secretos y contriciones; que a lo último había adquirido una penetración tan fina, que a la primera mirada al rostro de un desconocido que se llegase a él podía ya adivinar a que había ido allí, qué era lo que necesitaba y hasta de que índole fuese el dolor que torturaba su conciencia.

Así asombraba, desconcertaba y casi asustaba a veces al visitante con tal conocimiento de su secreto antes de pronunciar él una palabra.

Aliocha había observado que muchos de los que acudían por primera vez a hablar con el starets Zósima llegaban con el temor y la inquietud reflejados en el semblante y que después, al marcharse, la cara antes sombría estaba radiante de satisfacción. También le sorprendía el hecho de que el starets, lejos de mostrarse severo, fuera un hombre incluso jovial.



¿Dónde irá ese prisionero de las múltiples y ficticias necesidades que se ha creado él mismo? A este ser aislado apenas le preocupa la colectividad. En resumidas cuentas, sus bienes materiales han aumentado, pero su alegría ha disminuido.

La vida del monje es muy diferente. Hay quien se burla de la obediencia, del ayuno, de la oración… Sin embargo, ése es el único camino de la verdadera libertad. Yo suprimo las necesidades superfluas, domo y flagelo mi voluntad altiva y egoísta por medio de la obediencia, y así, con la ayuda de Dios, consigo la libertad del alma y, con ella, la alegría espiritual.

¿Quién es más capaz de enaltecer una idea, de ponerse a su servicio, el opulento aislado espiritualmente o el monje que se ha liberado de la tiranía de las costumbres?

Se censura al Monje su aislamiento. «Al retirarte al eremitorio o a un monasterio ‑se le dice‑, desertas de la causa fraternal de la humanidad.» Pero veamos quién sirve mejor a la fraternidad. Pues el aislamiento no nace en nosotros, sino en los acusadores, aunque ellos no se den cuenta…

de “Los hermanos Karamazov”

de Fedor Dostoyevski

Silencio exterior

Es el silencio en su primer acepción, la ausencia de ruidos molestos, o simplemente la ausencia de ruidos o sonidos inarmónicos, o de un volumen superior al nivel de captación normal del oído humano.

Porque hay sonidos que no interrumpen el silencio: como son los sonidos creados por Dios en la misma naturaleza. La mera ausencia de sonidos (el mutismo) no es garantía de silencio, porque éste es “el aliado inseparable de la palabra… Las momias son mudas, no silenciosas. Los monjes son silenciosos, no mudos; se pasan largas horas hablando con Dios recitando salmos.

Una casa es silenciosa, no precisamente cuando está deshabitada, sino cuando palpita de vida consciente sometida al espíritu. Tibi silentium laus (Salmo 65,2) ( Hélene Lubienska de Lenval, El silencio a la sombra de la Palabra, p. 8, Centro de Estudios San Jerónimo, Santa Fe, 1994).

No hablaremos del daño físico que produce el ruido, tanto en plantas y animales como en el hombre; es algo ya muy estudiado. Basta nombrar los daños en el oído y en el cerebro. ( El derecho del hombre al silencio, UNESCO ) Pero hablemos de los problemas causados por el ruido a nivel psicosomático, que es el ámbito propio de las pasiones, y por tanto el de la conducta.



P. Fr. Rafael Maria Rossi O.P

El silencio y la purificación de las pasiones

El silencio



“Tibi silentium laus, Deus, in Sion” (Sal. 65, 2).

“Para Ti, el silencio es una alabanza, oh Dios, en Sión” (Sal. 65, 2) (64, 2). Comentando este texto, dice San Hilario “que el silencio es la mayor alabanza que se podía dar a Dios, como que su bondad excede todos los elogios y encarecimientos de los hombres. ‘Callen todos, cuando se trata de alabaros’. La Iglesia te aguarda en silencio para cantar tus alabanzas. Esto ha de ser en Sión, porque el Señor desecha las ofrendas que se hacen fuera de la Iglesia Católica” (Comentario a los Salmos, 65.)

“Si aceptamos la lectura del Texto Masorético tendremos una fulgurante intuición mística: “Para ti el silencio (dumijjah) es alabanza”. Es famosa la versión de S. Gerónimo en su salterio Iuxta Hebraeos: “Tibi silentium laus”, y esta idea estaba también en la base de la interpretación judaica, del Targum de Rashí, y de algunos comentadores del 800 como Delitzsch o Rosenmüller que hablaba del “silencio sagrado”, o Ehrlich que se refería al “nocturno” del Salmo 22, 3.

El silencio cegado producto del dolor, o, como quieren otros, el silencio de quien se abandona sin pedir nada, es decir el silencio de la adoración confiada, se transforma automáticamente en alabanza y plegaria. Es evidente que esta intuición basada en el silencio (Salmo 22, 3; 39, 3; 62, 2) no podía menos que estimular la búsqueda de textos paralelos sobre todo con autores místicos.

El famoso teólogo místico judío B. lbn Paquda en el siglo Xl escribía: “Como el caso de una perla de inestimable valor, todo cuanto se pueda decir del silencio no hace más que despreciarlo”. Y el célebre Moisés Maimónides le hacía eco escribiendo que “no hay verdadera plegaria si no es en el silencio”, mientras que la espiritualidad clásica de Sta. Teresa de Ávila y de S. Juan de la Cruz exaltaba esta dimensión “inefable” de la oración.

Sor Isabel de la Trinidad, carmelita de Dijón, había desarrollada así esta lectura del Texto Masorético a propósito del versículo 2: “La adoración es una palabra del cielo. Me parece que se puede definir como el éxtasis del amor; del amor abrumado por la belleza, por la fuerza, por la inmensa grandeza del objeto amado. Se cae en una especie de desfallecimiento, en un silencio pleno, profundo, aquel silencio del cual hablaba David cuando exclamaba: “el silencio es tu alabanza”. Sí, ésta es la más bella alabanza porque es la que se canta eternamente en el seno de la apacible Trinidad” (Ultimo retiro, día 8, 20).

En esta línea se mueve también el comentario “israelita” de Emmanuel: “El silencio es la más alta glorificación de Dios, porque es la expresión más pura de la pasión del alma por Dios. Por eso, no hablar más de Dios, sino callar en Dios” (Gianfranco Ravassi, I Salmi, Editrice Dehoniana, Bologna, 1999).

Dice Sto. Tomás: “A Dios se lo venera mediante el silencio, no porque no podamos decir o conocer nada de El, sino porque sabemos que somos incapaces de comprehenderlo (abarcarlo)” ( ln. Boethio, 2,13 ad. 6).

continua comentario 1

miércoles, 13 de enero de 2010

CUANDO DIOS NOS PRUEBA

¿Pero queréis estar persuadidos que en todo lo que Dios permite, en todo lo que os sucede, sólo se persigue vuestro verdadero interés, vuestra verdadera dicha eterna? Reflexionad un poco en todo lo que ha hecho por vosotros. Ahora estáis en la aflicción; pensad que el autor de ella, es el mismo que ha querido pasar toda su vida en dolores para ahorraros los eternos; que es el mismo que tiene su ángel a vuestro lado, velando bajo su mandato en todos vuestros caminos y aplicándose a apartar todo lo que podría herir vuestro cuerpo o mancillar vuestra alma; pensad que el que os ata a esta pena es el mismo que en nuestros altares no cesa de rogar y de sacrificarse mil veces al día para expiar vuestros crímenes y para apaciguar la cólera de su Padre a medida que le irritáis; que es el que viene a vosotros con tanta bondad en el sacramento de la Eucaristía, el que no tiene mayor placer, que el de conversar con vosotros y el de unirse a vosotros. Tras estas pruebas de amor, ¡qué ingratitud más grande desconfiar de Él, dudar sobre si nos visita para hacernos bien o para perjudicarnos! &emdash;¡Pero me hiere cruelmente, hace pesar su mano sobre mí! &emdash;¿Qué habéis de temer de una mano que ha sido perforada, que se ha dejado clavar a la cruz por vosotros? &emdash;¡Me hace caminar por un camino espinoso! &emdash;¿Si no hay otro para ir al cielo, desgraciados seréis, si preferís perecer para siempre antes que sufrir por un tiempo! ¿No es éste el mismo camino que ha seguido antes que vosotros y por amor vuestro? ¿Habéis encontrado alguna espina que no haya señalado, que no haya teñido con su sangre? ¡Me presenta un cáliz lleno de amargura! Sí, pero pensad que es vuestro divino Redentor quien os lo presenta; amándoos tanto corno lo hace, ¿podría trataros con rigor si no tuviera una extraordinaria utilidad o una urgente necesidad? Tal vez habéis oído hablar del príncipe que prefirió exponerse a ser envenenado antes que rechazar el brebaje que su médico le había ordenado beber, porque había reconocido siempre en este médico mucha fidelidad y mucha afección a su persona. Y nosotros, cristianos, ¡rechazaremos el cáliz que nos ha preparado nuestro divino Maestro, osaremos ultrajarle hasta ese punto! Os suplico que no olvidéis esta reflexión; si no me equivoco, basta para hacernos amar las disposiciones de la voluntad divina por molestas que nos parezcan. Además, éste es el medio de asegurar infaliblemente nuestra dicha incluso desde esta vida.
San Claudio de la Colombière

sábado, 9 de enero de 2010


"No debáis nada a nadie, sólo sois deudores en el amor" (Rm 13,8)

Usa el crucifijo . Da testimonio de Cristo Vivo .

Usa el crucifijo . Da testimonio de Cristo Vivo .
Colgate la cruz en el cuello, te protegera de todo peligro, sera tu aliada en la tentacion y espantara todo mal.