Aqui en silencio adoratriz contemple a Dios

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Basilica San Pedro , Vaticano

Amigos que Dios trae a este rincon de la red.

viernes, 15 de enero de 2010

La Pureza del Corazón

“El Hombre interior es un hombre nocturno, punto de partida de la pureza del corazón”.
Deseo iniciar esta ponencia compartiéndoles una experiencia de los Santos Padres, y dice así.

Se trataba de dos ermitaños que vivían en un par de islas diversas. Un ermitaño era joven y se había hecho muy famoso y gozaba de gran reputación, en tanto que el otro era anciano y un gran desconocido. Un día, el anciano tomó una barca y se desplazó hasta la isla del joven y famoso ermitaño. Lo saludo con educación y honores y le pidió un consejo espiritual. El joven le entregó una formula, un mantra como oración de repetición, y le facilitó las instrucciones necesarias para la repetición del mismo. Agradecido, el anciano volvió a tomar la barca para dirigirse a su isla, mientras que el joven eremita, se sentía muy orgulloso por haber sido reclamado espiritualmente por aquel anciano, En tanto el anciano se sentía muy feliz con el mantra.

El anciano, era una persona sencilla y de corazón puro. Toda su vida no había hecho otra cosa que ser un hombre de buenos sentimientos y ahora, ya en su ancianidad, quería hacer alguna práctica metódica.

Estaba el joven ermitaño leyendo las escrituras, cuando, a las pocas horas de marcharse, el anciano regresó compungido, y le dijo:

Venerable asceta, resulta que he olvidado las palabras exactas del mantra. Siento ser un pobre ignorante. ¿Puedes indicármelo otra vez?

El joven miró al anciano con condescendencia y le repitió el mantra.

Lleno de orgullo, se dijo interiormente: “Poco podrá este pobre hombre avanzar por la senda hacia la Verdad, si ni siquiera es capaz de retener un mantra”. Pero su sorpresa fue extraordinaria cuando de repente vio que el anciano partía hacia su isla caminando sobre las aguas.

Queridos hermanos y hermanas, yo soy sólo un lector apasionado de los Santos Padres antiguos y vengo a compartirles una experiencia de lectio sobre el tema de la “pureza del corazón”, muy seguramente no les diré nada nuevo o que, quizás, ustedes no conozcan.

Como saben, soy un monje y como tal sigo el camino de la tradición antigua de la Iglesia, en lo que se refiere a la búsqueda de la Verdad, como identificación con el Señor; sabiendo que el fin de la vida monástica, como la definen los Santos Padres antiguos, es la Pureza del Corazón.

La vida anacorética, como específico y particular camino monástico, tiene como fin el anonadamiento de una vida escondida que es el fruto de la Pureza del Corazón del que se ha identificado con Dios, el que está recorriendo el camino de retorno al lugar de partida, a la casa del Eterno Padre. Con esto defino lo que creo que es la Pureza del Corazón, un camino y mucho más, es El Camino que se hace vida en el orante, en el buscador de Uno y Trino, del Eterno Dios.

Y es Camino, porque Cristo es Camino Verdad y Vida y Él para decirlo con el Pobre de Asís es el Único Puro. Ciertamente me pueden decir y quien no es monje o anacoreta qué hace, y es aquí donde decimos que la Pureza del corazón es el camino kenótico ofrecido por el señor para todo bautizado, si para cada uno de nosotros allí donde Dios nos ha puesto, en nuestra particular vocación.

Es por esto que hemos de afirmar que la Pureza de Corazón es una total aceptación de nosotros y de nuestra situación y condición, tal como soy, tal como estoy, podríamos decir tal como he llegado, como querido por Dios.

Esto significa la renuncia a todas las ilusiones sobre nosotros mismos, toda estima exagerada de nuestras propias capacidades, para obedecer a la voluntad de Dios como se nos presenta en los momentos difíciles de la vida, en su verdad exacta, donde la pureza del corazón es el reconocimiento iluminado del hombre nuevo, como opuesto a las complejas y lamentables fantasías del hombre viejo.

¿Acaso Dios impone un sentido para mi vida desde fuera, a través de los acontecimientos, la costumbre, la rutina, la ley, un sistema, el impacto de aquellos con los que vivo en sociedad? ¿O bien estoy llamado a crearme desde dentro, con Él, con su gracia, un sentido que refleje su verdad y que me haga su “palabra” hablada libremente en mi situación personal?

Mi verdadera identidad subyace en la llamada de Dios a mi libertad y en mi respuesta a Él y este es el medio en donde se desarrolla la Pureza del Corazón, como camino de deificación…


Padre Juan B. Romano MSC
Monje de La Santa Cruz

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Usa el crucifijo . Da testimonio de Cristo Vivo .

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