Aqui en silencio adoratriz contemple a Dios

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Basilica San Pedro , Vaticano

Amigos que Dios trae a este rincon de la red.

martes, 17 de abril de 2012

MI CUERPO, LUGAR DE ENCUENTRO CON EL VERBO Y TEMPLO DEL ESPÍRITU

A menudo nos gustaría tomar la formula “oración del corazón” de manera simbólica. Hablar del corazón seria un modo imaginario de evocar algo de nuestro interior, es decir algo espiritual. Eso no es correcto. Todos los movimientos del corazón que representan el soporte de nuestra relación con el Padre son movimientos ligados a nuestro ser sensible, material. Sabemos por experiencia -a veces incluso a precio de nuestra salud- que las emociones verdaderamente profundas afectan a nuestro corazón físico.

Dios nos ha hecho así. En el relato del Génesis vemos a Yhavé modelando al hombre del barro de la tierra y afirmando al mismo tiempo que este ser material estaba hecho a su imagen y semejanza. Nuestro cuerpo no es un obstáculo en la relación con Dios. Al contrario, es la mismísima obra del Señor que nos ,ha creado como hijos llamados a recibirle a El en herencia.

Toda la economía de la encarnación del Hijo de Dios nos sitúa en las mismas perspectivas. La Iglesia, desde los primeros siglos, ha luchado con mucho empeño por defender la realidad de que Jesús es verdaderamente un hombre. Nació en la carne y vivió; nos enseñó, sufrió, murió y resucitó.

Estas son las obras humanas del Verbo de Dios que nos han dado y siguen dándonos la vida cada día. La Palabra de Dios llega a nosotros con palabras humanas. Nuestro pecado no ha sido purificado de manera simbólica sino a través de la efusión de la sangre que brota del cuerpo de Jesús. Él verdaderamente ha muerto y resucitado en su carne. Es esta resurrección material la que salva nuestras almas igual que nuestros cuerpos.

En fin, el Espíritu se nos dio a partir de la resurrección corporal del Hijo. Es él, el hijo de María quien nos envía al Espíritu desde el seno del Padre. No es la Palabra increada sino la Palabra encarnada que ha compartido nuestra existencia convirtiéndose en uno de los nuestros.

Experimentamos esta encarnación cada día a través de los sacramentos, la liturgia, la vida en comunidad, la pertenencia al cuerpo de la Iglesia. Todo esto es el fundamento inmediato, la presencia en nuestras vidas de la realidad de Cristo. Sepamos pues acoger a Jesús tal y como viene a nosotros, es decir dirigiéndose a nosotros en nuestro cuerpo. No nos precipitemos deshaciéndonos rápidamente de este intermediario que a veces consideramos un poco como una falta de pureza en nuestra relación con Dios. Eso no es verdad, no es una impureza, sino el mismísimo lugar de encuentro con nuestro Abba.

Igual que nos sería imposible imaginar la vida en comunidad si nuestros hermanos fueran seres sin cuerpo, puros espíritus a los que deberíamos de llegar más allá de su envoltura carnal, de la misma forma sería un rechazo a la realidad del amor de Dios querer abstraerse de la realidad material y carnal presente en el Hijo que viene a nosotros. Efectivamente, la Eucaristía que celebramos cada día es la celebración de un acto que ha contribuido a llegar en su Cuerpo y su Sangre a transformaciones profundas sin abandonarlas ni olvidarlas sino dándoles su plena significación: son una realidad material que es el Hijo de Dios. De la misma manera, nuestro cuerpo es la realidad de lo que somos nosotros con todo su peso, sus límites, sus restricciones. Es mi cuerpo quien entra en contacto con aquella realidad de la cual Jesús dijo:

“Esto es mi cuerpo.” En el encuentro de las dos realidades corporales se establece el contacto de vida entre Dios y yo.

“Si no coméis mi cuerpo y no bebéis mi sangre no tendréis vida en vosotros. Igual que el Padre me ha enviado y yo estoy vivo por él, así el que me come vivirá por mí” (Jn 6,57).

La consecuencia de este estado de cosas es que yo no podría rezar si no orara en mi cuerpo. No puedo abstraerme de mi realidad encarnada cuando me dirijo a Dios. Tampoco es una simple cuestión de disciplina religiosa si hay ciertos gestos impuestos y si existen condiciones materiales que me limitan cuando tengo que dirigirme a Dios. Todo esto corresponde a una única verdad: que Dios me quiere tal y como me ha creado. ¿Por qué voy a querer yo ser más espiritual que él?

Es necesario, pues, aprender a vivir con mi cuerpo y con todas las restricciones que me impone. La comida, el sueño, el sosiego, las enfermedades, los limites de mis fuerzas… no son obstáculos entre Dios y yo, al contrario representan la trama de la tela que establece la continuidad que no puede fallar entre lo más íntimo de la realidad divina y lo más concreto de mi existencia cotidiana. ¿Quién de nosotros no ha pasado por esta experiencia a veces terriblemente dolorosa de sentirse limitado, casi prisionero por culpa, por ejemplo, de problemas de salud?

Si nuestro corazón es leal no podemos decir más que una cosa: que es Dios quien viene a nosotros a través de esos contratiempos dolorosos. Ellos son el verdadero punto de inserción del amor de Dios en nuestra vida. Nuestro corazón acoge a Dios en la medida en que está atento a esta realidad que nos gustaría poder considerar inferior a nuestra vocación espiritual. Tengamos cuidado con las mentiras permanentes que el Príncipe de las mentiras intenta sembrar en nuestro corazón. No juguemos a espíritus puros; sepamos ser algo mucho mejor: hijos de Dios.

ALGUNOS CONSEJOS SOBRE LA ORACIÓN

En la oración no se trata de pedir cosas a Aquel que todo conoce. La oración no es para decirle a Dios lo que quieres sino para escuchar lo que El quiere para ti y que no es otra cosa que compartir lo que El es: Tranquilidad profunda, Beatitud, Paz, Bondad, Belleza, Amor ...

No se trata de pedir cosas sino de comprender que no necesitas nada más que la presencia de Dios y descansar en esa morada llena de sus cualidades.

Antes de orar debes de comprender que detrás de todos tus deseos de objetos o de situaciones del mundo, solo hay un deseo: la paz profunda. Y ese deseo último que tanto anhelas y que proyectas en los objetos y situaciones del mundo solo lo puedes obtener en la interioridad. La tranquilidad y la plenitud solo están en tu espíritu que es el espíritu de Dios.

Una persona se pone a orar cuando ha comprendido claramente la futilidad y la relatividad de todos los objetivos convencionales humanos que, aun teniendo su importancia relativa, no pueden darle la paz profunda, la plenitud que todo ser humano anhela con nostalgia. Es comprendiendo claramente esto bien sea por la propia inteligencia, o movido por las constantes dificultades de la vida, cuando uno se acerca a la Paz, la Belleza, la Bondad, la Plenitud y la Alegría que proporciona el contacto con lo Absoluto y con lo Sagrado a través de la oración en su calidad más contemplativa.

Sumergirse en el "acto orante" es el síntoma más claro de que se ha llegado al discernimiento (entre lo verdadero y lo falso), al desapego (de las cosas del mundo), a la sumisión (a la presencia de Dios), a la humildad (respecto a nuestra capacidad humana), a la sabiduría (habiendo comprendido donde está la plenitud y el gozo verdaderos), a la caridad (al abrazar en nuestra oración a toda la creación), y a todas las demás virtudes... Todas las virtudes están contenidas en la oración.

Orar es un acto simple de colocación ante la presencia de lo Sagrado.

No te compliques con rituales ni con palabrería o con lecturas excesivas. Orar es muy sencillo, no hace falta que te leas todos los libros que hay sobre el tema. Se trata de orar, no de leer sobre ello. Vale más un minuto de presencia en lo Sagrado que un año de lecturas sobre la oración.

El rato de oración es un paréntesis de tranquilidad en tu vida. Nunca tengas prisa. La prisa, la ansiedad, la complicación y la dispersión son los mayores enemigos del espíritu. Manténlos a raya cueste lo que cueste. Nunca te dejes llevar por ellos. Manténte todo el tiempo que haga falta hasta que reconozcas la presencia de lo Sagrado. Esto puede llevarte desde unos pocos minutos hasta horas. Ten paciencia y espera.

Evita hacerlo de manera mecánica y rutinaria; hazlo no por obligación sino por devoción. Eso te coloca en una actitud y en una atmósfera totalmente diferente.

El pensamiento racional puede llegar a ser un gran enemigo del espíritu. No pienses, razones ni elucubres sobre lo que haces. Simplemente hazlo; simplemente reza. Entra en esa atmósfera, no pienses sobre ella. El pensamiento no entiende esos estados y antes, durante o después de la oración, pondrá todo tipo de impedimentos y de razonamientos haciéndote ver lo absurdo de la practica. El pensamiento empleará todo tipo de argumentos de lo más convincentes e ingeniosos¡ No hagas caso al pensamiento ! Diga lo que diga la mente, tú continúa con tu práctica de oración.

Ten en cuenta que esto te sucederá incluso después de muchos años de práctica y de frecuentación de esos "lugares del Espíritu". Muchos son los testimonios de personas de oración y de vida interior que así lo confirman. Nunca hagas caso a esos pensamientos. La mente pensante, hiperdesarrollada en las personas actuales, no puede abarcar ciertas moradas y se resiste con todas sus fuerzas poniendo una barrera que debemos vencer con perseverancia e inspiración.

* * *

Enciende una vela delante del Oratorio y siéntate en el suelo, con las piernas cruzadas, sobre los talones o en un banquillo, según prefieras.

Puedes permanecer así desde unos minutos.... hasta el día entero. No hay límite para la adoración. Acuérdate del consejo evangélico de «permanecer en oración constante»

Preferentemente puedes rezar el Santo Rosario o el Ave María, haciéndolo con tranquilidad y dejando que en tu alma se reproduzca la receptividad de la Virgen María ante el anuncio del Angel.

También puedes emplear una invocación más simple como por ejemplo:

AVE MARIA, ORA PRO NOBIS

La repetición se ira poco a poco uniendo a la respiración, AVE MARIA al tomar aire, ORA PRO NOBIS al expulsarlo.

En algún momento o circunstancia puedes añadir la invocación de una cualidad marial que sea adecuada a ese momento. Por ejemplo: Ave María, Ora pro Nobis; Stella Matutina, Ora pro Nobis. O también: Ave María, Ora pro Nobis; Salus infirmorum, Ora pro Nobis. Tu verás que cualidad es la necesaria en ese momento. Las letanías son una fuente de inspiración permanente para estos casos.

Puede llegar un momento en el cual el aliento en si, se transforma en oración. El contenido de la palabra se trasvasará al aliento, al cuerpo y al mundo. Entenderás lo que es «ver a Dios en las formas y las formas en Dios».

Si decides usar otra plegaria, mira que sea una sencilla frase o palabra que evoque en ti lo Sagrado y que repetirás con tranquilidad dejándote impregnar por su sabor.

Puedes centrar tu atención en el Corazón. Eso enraiza la oración en el cuerpo y despeja a la mente del continuo pensamiento. De esa manera el espíritu se "corporaliza" y el cuerpo se "espiritualiza". En el corazón vivirá entonces una llama orante permanentemente encendida; como una luz que señala donde hay un "templo vivo de Dios".

Puedes de vez en cuando abrir los ojos un momento y mirar a la imagen que te inspira de manera que añadas un impulso más hacia las alturas a través de la visión.

No fuerces la plegaria ni mucho menos la respiración, una de las claves fundamentales de la oración está en aprende la manera de que la plegaria "suceda" por si misma a su propio ritmo, "se rece" en ti, lo mismo que la respiración "ocurre" sin ningún esfuerzo.

Los momentos más propicios para la oración son el amanecer y el anochecer (los tradicionales momentos de Laudes y Vísperas), pero puedes hacerlo en cualquier otro momento del día o de la noche.

Con el tiempo la oración se irá haciendo continua en tu vida, tanto la «Oración Verbal» cuando sea posible, como la «Presencia en el Sabor de lo Sagrado» que se mantendrá como plano de fondo a lo largo de todo el día. De la "oración verbal" se pasará a la "oración de actitud" o a la "oración de estado". Será el "estado de belleza" o el "estado de amor" o el "estado de alegría" el que se estabilizará como plano de fondo de la acción y ese estado será una oración continua.

Sobre ese sagrado "lienzo de fondo" veras que se van dibujando las situaciones, los movimientos, las conversaciones, el trabajo etc... Toda tu vida quedará cubierta por el manto de tranquilidad de lo Sagrado e iluminada por la "dorada luz del Thabor"; un gran manto de tranquilidad, lucidez, comprensión y gracia que irá abarcando las situaciones, las personas, los paisajes, en cada momento de tu vida.

También con el tiempo esa invocación, ese sabor o esa luz, se mantendrán por la noche durante los sueños.

Si sois una familia, acostumbraros a orar juntos al atardecer o antes de dormir. ¡Apaga la televisión y enciende el Oratorio... tu alma te lo agradecerá!

A los niños les resulta muy fácil la oración siempre y cuando no se les complique con palabrerías inútiles o con doctrinas que no llegan a comprender. Enséñales a orar con el Ave María o con una invocación Mariana simple. Ya tendrán tiempo para doctrina y teología más adelante. Los niños captan magníficamente el "sabor" de lo Sagrado y les deja un recuerdo indeleble en sus almas. Valen más unos minutos de oración contemplativa todas las noches –viendo además el ejemplo de sus padres– que todas las explicaciones teóricas que se les pueda dar. Cuando sean mayores te agradecerán las horas pasadas en esa atmósfera sagrada en vez de viendo la televisión. Habrás sembrado una semilla de paz, alegría y plenitud con unas consecuencias que ni siquiera imaginas ahora.

Si en periodos largos de oración sientes molestias en el cuerpo, aprende a moverte muy lenta y armoniosamente. Inclínate hacia delante, hacia los lados o extiéndete hacia atrás. Haz armoniosa y lentamente torsiones hacia los lados o cualquier otro movimiento que te alivie las molestias. Aprende a moverte tan suavemente que el movimiento no perturbe el estado de oración. Así el movimiento también será oración e invocación.

De la misma manera que una palabra o una frase pueden invocar y evocar lo sagrado, también un movimiento, un gesto o la evocación visual de una imagen pueden hacerlo. Si sinceramente ese es tu caso hazlo así, pero no lo hagas por estar a la moda o por ser original; mira si eso realmente te sitúa en presencia de lo Sagrado. A fin de cuentas lo que importa es llegar a la presencia de Dios y el vehículo que empleemos para ello será simplemente aquel que más nos ayude a ese fin.

Reconocerás la presencia del Espíritu por sus frutos. Ahí donde aparezca una Alegría sin motivo mundano, una Bondad desinteresada, un Amor en estado puro y sin excepciones, una Belleza que todo lo abarca con su manto, una Paz interior y un Agradecimiento independientes de las circunstancias exteriores, ahí estará sin duda el Espíritu.

Cuando aparezca esa Alegría sin objeto, contémplala, quédate mirándola; permanece en esa vivencia durante todo el tiempo que puedas, minutos, horas o días. Cuando aparezca la Bondad, contémplala, quédate impregnándote de esa vivencia; quédate con ella todo el tiempo que puedas. Así con todas las demás cualidades divinas: el Amor, la Libertad, la Misericordia, La Infinitud, el Silencio, la Paz profunda, etc... Conforme vayan apareciendo en la oración, quédate contemplándolas y así irán tomando cada vez más presencia en tu vida.

También reconocerás la presencia de lo Sagrado cuando al intentar describir la vivencia aparezcan las paradojas. Expresiones como: una "vacuidad plena", una "plenitud sutil", un "silencio sonoro", una "densidad ligera", una "soledad acompañada", etc. denotan que se ha visitado ese lugar donde mora el Espíritu.

A veces también lo puedes reconocer por algunos cambios físicos: notarás un cambio en la respiración que tomará una calidad "diferente", más profunda o más intensa o más lenta, según el momento o las personas. Puedes notar también algunos cambios en la calidad de la mirada, o en la relajación de la columna o de los plexos nerviosos. Pero todos estos cambios, si es que ocurren, ocurrirán de manera espontánea y como consecuencia de la profundización, no puedes forzarlos ni fingirlos desde afuera.

De la oración contemplativa al silencio contemplativo solo hay un paso. No fuerces el silencio; llegará de forma natural cuando el alma quede impregnada del Espíritu en una unidad, entonces de manera natural cesará la repetición de la plegaria y te mantendrás en la simple presencia silenciosa. No quieras, por orgullo, llegar a lo más alto y permanece tranquilamente ahí donde Dios te ha puesto y donde puedas sentir su presencia. En estos tiempos es una pena que muchas personas con gran capacidad y vocación de interioridad, por querer llegar directamente al último peldaño de la unión mística.... ni siquiera alcanzan el primero de paz interior. El silencio forzado será un silencio "vacuo", desprovisto de gracia, y que no tiene ningún sentido espiritual. Con frecuencia incluso se convierte en algo angustioso. Eso en vez de acercarte al Cielo, te deja a las puertas del Infierno. El silencio en sí mismo no es el objetivo, sino la presencia de Dios. La presencia de Dios viene acompañada de silencio, pero el silencio no siempre es acompañado por la presencia de Dios.

La palabra caerá como una fruta madura cuando aparezca lo que ella invoca. Entonces reposa y descansa en ese Santo Silencio, en esa Santa Presencia. Cuando veas que ese perfume desaparece, cuando veas que vuelve la inquietud o la sequedad, entonces vuelve a la palabra hasta que el fuego se avive de nuevo. Una y mil veces.

Por otra parte no debes tampoco forzar la oración verbal, la palabra, cuando veas que el silencio te ha tomado o esté llamando a tu puerta. En esos momentos, incluso la palabra que te elevaba puede convertirse en un estorbo y hacerte descender de esa «ligereza plena». No tengas miedo al silencio. La simple presencia, o el simple aliento son oración cuando están impregnados de Gracia y de Sacralidad.

Si tienes la bendición de encontrar un maestro de oración aprende de él, será una gran suerte. Desgraciadamente en los tiempos que corren, esto es cada vez más difícil por no decir imposible. Esto no debe desanimarte, confía en la inspiración y en la ayuda del Espíritu Santo y haz el camino en soledad. Si no tienes ayuda en la tierra confía en la ayuda del Cielo. La ayuda para la vida del espíritu llega a raudales a las pocas personas que, en este profanado mundo de hoy en día, optan por una orientación interior. Con el tiempo puede que encuentres a algunas pocas personas como tú. Os reconoceréis enseguida.

Aunque estés en soledad, ponte en camino y ora en soledad. El mundo del espíritu ha estado desde siempre lleno de ermitaños y solitarios, y ahora, con el actual descalabro espiritual, sigue estándolo aunque permanezcan ocultos en las ciudades. Si lo puedes hacer en grupo o en familia hazlo así, pero sea cual sea la situación no dejes de Meditar, Orar y Contemplar lo Sagrado.

No puede un ser humano hacer acto más bello que la oración. Sumergirse en el acto orante es sumergirse en la belleza que encierra dicho acto... El abandono y la entrega al acto orante es la mayor belleza que puede acompañar nuestra vida; esa entrega... esa rendición ante lo que nos sobrepasa...

Uno puede optar por cubrir su vida con un manto de belleza o permanecer en la sequedad, el desasosiego, la inquietud, la fealdad o en la amargura. En algún momento de tu vida tendrás que optar por lo uno o por lo otro, más allá de ideologías, argumentaciones y razonamientos de la mente pensante.

Merece la pena apostar por lo primero y que tu paso por este mundo esté acompañado de la Luz, el Calor y la Belleza de lo Sagrado, convirtiéndote así en un foco de irradiación de esas cualidades para tu entorno.

Si tu impulso y tu vocación son fuertes, esa opción se hará de una vez y para siempre. Pero lo más habitual es que esa opción sea un gesto que se renueva cada día o cada momento del día en una apuesta y una decisión constante.

Hay momentos de "sequedad" interior; cuando la "noche oscura", el desánimo y la aspereza invaden cada célula. En esos momentos lo mejor es poner orden en la vida exterior y mantener un "mínimo" de oración. Pueden bastar tres avemarías a la mañana y tres a la noche. Eso no cuesta ningún esfuerzo a pesar de que estemos en plena "noche oscura". Aunque te parezca poco, eso es mejor que nada. En esos momentos tienes que ser humilde y reconocerte en tu humanidad. No puedes en ese estado ponerte metas muy altas; se como un niño, Dios no te pide nada más allá de tus posibilidades actuales. Comprobarás como tan solo tres avemarías pueden obrar milagros...


PEQUEÑO TRATADO DE ORACIÓN CONTEMPLATIVA

PARA BUSCADORES SOLITARIOS DE DIOS

Según la Inspiración del Espíritu y la experiencia personal

EL DESORDEN Y LA LUCHA Y EL DESPOJO DE LA IMAGINACIÓN

Por un desorden, consecuencia del pecado original, cada facultad, dice Santo Tomás, busca su bien propio sin ocuparse del bien común, aunque el conjunto haya de perecer. Sucede entonces como cuando hay que domar a una manada de fieras. Que no se consigue sino con el látigo y sin perderlas de vista. Y si uno carece de dominio sobre sí mismo, sobre todo al principio, aquello es una jaula de fieras. No bajéis a ella so pretexto de dominarlas a latigazos. No lo lograríais. Cerrad la trampa y subid hacia Dios. ¿Cómo lograrlo? Es un secreto, pero el Espíritu Santo os lo enseñará.

Además, que el Enemigo merodea siempre alrededor de las almas. Y aquellas que se le escaparon y se esfuerzan en servir a Dios le son particularmente odiosas. Para turbarías lo intenta todo. Quiere impedir que den frutos. Y para eso arremete contra las flores en cuanto éstas brotan. Pues cada flor que cae antes de tiempo es un fruto perdido para la cosecha. Y cada buen pensamiento apagado por el miedo, cada buen deseo sofocado por el te-mor, son otras tantas flores estériles. El Demonio lo sabe. Y por eso excita en el alma esos mil pequeños brotes importunos y turbadores de necia vanidad, de envidiosa susceptibilidad, de iracunda impaciencia, de caprichosa avidez que molestan, inquietan, paralizan, intimidan, y acaban por dividir simultáneamente la atención del espíritu y la aplicación de la voluntad.

Dios, en cambio, jamás está en la turbación o en la inquietud; por esos signos reconoceréis, pues, siempre, que aquello no es de Él. ¡Es tan sutil el Demonio para dañar a las almas de vida interior!



DESPOJO DE LA IMAGINACIÓN

Un punto sobre el que hemos de insistir es la educación de la imaginación.

La imaginación es la zona en que confluyen las facultades superiores y las inferiores. Adueñarse de ella tiene así la mayor importancia. Pero no se consigue fácilmente... Paciencia, pues, y tiempo al tiempo.

No tenemos sobre la imaginación un poder despótico, sino político. Ganémosla por destreza. Presentémosle imágenes buenas y santas; dejémosla libre, si es necesario, vigilándola. Poco a poco, cuando las demás facultades hayan sido ganadas por Dios, formará al lado de ellas.

La regla general es el Age quod agis de los antiguos. Terminar con las discusiones inútiles sobre lo que acabamos de hacer, con las preocupaciones sobre lo que hemos de hacer más tarde. Lo que hemos de vigilar, regular y dominar es la imagen que está siempre al final de la acción lo mismo que estuvo en su origen. Atengámonos únicamente a la imagen de lo que hacemos, pero sin precisarla más de cuanto sea menester. Que durante este tiempo el fondo del alma está unido muy suavemente a Dios. Insistamos mucho sobre este punto.

Multiplicar las imágenes es aumentar el desasosiego, dividir las fuerzas de la atención. Durante la acción, no tengamos en la imaginación más que una imagen; la de la cosa que hagamos. En la meditación, por otra parte, en lugar de combatir las distracciones, vale más que nos volvamos hacia Dios y vayamos derechos a Él por un movimiento vigoroso del alma.

Ocupad vuestro espíritu, pero en paz y con paciencia. No le deis a moler más que muy buen trigo. Que trabaje lentamente. Las lecturas inútiles no sirven más que para hacer girar la imaginación en el vacío. Pero los molinos no están hechos para girar, sino para moler. La conclusión es fácil de deducir.

Para ver mejor los «armónicos» de una idea principal y sus ideas afines, debilitad el sonido de aquélla. Y dedos: agrando, luego exagero.

No escuchéis el rumor que se forma en vuestra alma; eso es, por lo menos, perder el tiempo. Dejad más bien que la tierra siga girando. Procurad vivir a la manera de las almas desasidas. Uníos a Dios por lo más alto del alma. No esperéis a mañana para concluir vuestros trabajos de construcción. Hacedlo desde ahora mismo.

Vigilad mucho vuestras fuentes, vuestros puntos de partida, como se vigila un cruce de agujas o una cimentación. Pues sin eso, y ayudados por la lógica, podéis construir todo un edificio sobre la arena, sin punto de apoyo, en el aire. Y ya sabéis lo que sucede... A menos de que las conclusiones a las que lleguéis os adviertan por sí mismas que habéis equivocado el camino...

En el descanso, suprimid despiadadamente todo ensueño imaginativo en cuanto lo vislumbréis. Dad a Dios la fidelidad de no ocuparos más que de Él y Él os dará enseguida la Gracia, para hacer lo que sea preciso y para resolver los problemas pendientes.

Hay períodos en los que la «rueda de molino» es muy difícil de parar; es preciso saber soportar esas importunidades de la imaginación. No persigáis entonces a Dios, sino volved hacia Él suavemente las facultades superiores. Es lo más seguro e, incluso, lo más fácil. Velar sobre la salud, la moderación en la marcha, en la escritura, etc., ayuda mucho. Pues en la pobre máquina humana todo se relaciona.

Importa mucho evitar todo lo que agita, inquieta y turba. ¿Sobre quién descansará mi Espíritu sino sobre el humilde y el pacífico? ¡Tenemos tanta necesidad del Espíritu Santo!

Acordaos de que la imaginación es tanto más de temer y de vigilar cuanto que no siempre se equívoca necesariamente.

Robert de Langeac - La vida oculta en Dios

Silencio y oración


Si nos dejamos guiar por el libro más antiguo de oración, los Salmos bíblicos, encontraremos en ellos dos formas principales de la oración. Por un lado, la lamentación y la llamada de auxilio, y por otra el agradecimiento y la alabanza. De un modo más escondido, existe un tercer tipo de oración, sin súplica ni alabanza explícita. El Salmo 131, por ejemplo, no es más que calma y confianza: «Mantengo mi alma en paz y en silencio… Pon tu esperanza en el Señor, ahora y por siempre.»

A veces la oración calla, pues una comunión apacible con Dios puede prescindir de palabras. «Acallo y modero mis deseos, como un niño en brazos de su madre.» Como un niño privado de su madre que ha dejado de llorar, así puede ser «mi alma en mí» en presencia de Dios. La oración entonces no necesita palabras, quizás ni reflexiones.

martes, 10 de abril de 2012

Mejoramos nuestra salud psíquica a través de la oración y los sacramentos.

En estos 26 años de Psicóloga ejerciendo la clínica en el consultorio, he observado que los pacientes que aceptan mi invitación a acercarse a la vida de la gracia, la vida de oración y los sacramentos de la eucaristía si es posible mas de una vez por semana, alcanzan mejorías mas rápidamente, que si no se unen a Dios.
Hermano si sientes que tu vida esta hundiéndose, que has caído en un vacío que no puedes llenar, si te sientes deprimido, con miedos, o recurres al alcohol o las drogas cuando aparece alguna dificultad busca ayuda profesional, pero antes arrodíllate a los pies de Jesús crucificado. Cuéntale todas tus dolencias y penas, pídele que guíe tu vida hacia el profesional que El ha elegido para que te sane.
Y si ya estas en una terapia, acompáñala de oración.
Acércate a un Sagrario, allí esta Jesús Vivo esperándote con el Corazón abierto. Jesús va a hacer en ti maravillas. Tu vida es lo mas importante que tienes, porque Cristo te ama con un amor de predilección y te espera siempre con sus brazos abiertos para sanarte, acompañarte, guiarte hacia lo mas perfecto.
La vida eterna querido hermano, empieza aquí en la tierra con la vida de la gracia. Los santos San Martín de Porres, , Santa Rosa de Lima han podido , y nos invitan a seguirlos.. han alcanzado una capacidad de amor, es tan honda la absorción en Dios, que Dios les regala el cielo acá en la tierra.
¡Cuanto puede hacer un alma que entra en Jesús a través de la Santísima Eucaristía¡ en vida de gracia¡. Aquellos que dicen yo rezo y Dios no me escucha, siempre les pregunto ¿estas en gracia? ¿ te confiesas, asistes a misa? ¿rezas? No es lo mismo querido hermano estar en pecado, que vivir en estado de gracia
Todos podemos rezar, pero debes estar en gracia para ser escuchado, porque
la sabiduría solo habita en el alma en gracia, purificada por la Vida en Dios.
Anímate querido hermano a acercarte a la vida divina, que te regala Cristo en el banquete eucarístico,
Ojala te levantes, despiertes. Hermano desperta . Tu vida puede ser espléndida, llena de situaciones maravillosas . Tu vida querido hermano si se la entregas a Dios y dejas que EL te conduzca , si eres dócil y te rendís a los pies de Jesús en el Sagrario , tu vida comenzara a experimentar felices sorpresas.
Hermano la vida de la gracia es hermosa, es la promesa de Jesús, bienaventurados, felices
Felices los que tienen alma de pobres, los misericordiosos, los mansos, los humildes , felices...
Anímate vuela alto, no te arrastres ni te conformes con lo bajo, con las migajas y los los subsuelos que ofrece el mundo, con lo superficial, la vida artificial..
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La vida profunda y verdadera comienza cuando te determinas por el bien, por la vida divina y por la sobre naturalización del hombre , que te ofrece la vida de la gracia . Lo divino participa en tu corazón
Sin la vida de la gracia no somos nada, es mas estamos en peligro, en peligro de no ser.
Vamos querido hermano determínate. Que alegría si te determinas.
Mi mayor deseo es que seas plenamente feliz, que tu corazón sea todo de Dios.
Psicologa Adriana Taccone

"No debáis nada a nadie, sólo sois deudores en el amor" (Rm 13,8)

Usa el crucifijo . Da testimonio de Cristo Vivo .

Usa el crucifijo . Da testimonio de Cristo Vivo .
Colgate la cruz en el cuello, te protegera de todo peligro, sera tu aliada en la tentacion y espantara todo mal.