Aqui en silencio adoratriz contemple a Dios

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Basilica San Pedro , Vaticano

Amigos que Dios trae a este rincon de la red.

lunes, 23 de noviembre de 2009

Las manos en la oracion.


El cuerpo es instrumento y expresión del alma. Esta no se encuentra meramente en el cuerpo, como un hombre que está en su casa, sino que vive y obra en cada miembro y en cada fibra. Ella habla en cada línea, forma y movimiento del cuerpo. Pero en modo particular rostro y mano son instrumentos y espejo del alma.

Respecto al rostro esto es sumamente claro. Pero observa alguna vez en cualquier hombre –o en ti mismo- cómo un impulso del ánimo, alegría, sorpresa, expectación se traduce en la mano. Un rápido levantar de la mano y un leve movimiento involuntario de ella, ¿no delata a menudo más que la palabra misma? La palabra pronunciada, ¿no parece a veces grosera al lado del lenguaje delicado de la mano, tan expresivo?

Después del rostro, la mano es la parte más espiritual del cuerpo. Ciertamente firme y fuerte, instrumento de trabajo, arma de ataque y defensa, la mano es sin embargo también algo finamente hecho, articulada, movible y delicadamente atravesada por sensibles nervios. Órgano adecuado en el cual el hombre puede revelar su propia alma y recibir al alma ajena, pues lo hace con la mano. ¿O no es un recibir al alma ajena, cuando uno estrecha la mano extendida de aquél que le sale al encuentro? ¿Con todo lo que en ella expresa confianza, alegría, consentimiento, pena?

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1 comentario:

  1. Es posible entonces que la mano tenga también su lenguaje allí donde el alma muy particularmente habla o escucha: ante Dios; donde ella quiere darse a sí misma y recibir a Dios: en la oración.
    Cuando alguien se recoge en sí mismo está solo en su interior con Dios. Entonces una mano se junta firmemente con la otra, los dedos se entrecruzan, como si el torrente interior que quisiera derramarse debiera ser conducido de una mano a la otra y refluir en nuestro interior, para que todo permanezca dentro, en Dios. Esto es un recogerse en sí mismo, un guardar un tesoro oculto. El gesto dice: "Dios es mío y yo soy suyo, y nosotros estamos uno con otro solos en el interior".

    De la misma manera actúa la mano cuando alguna necesidad grande, una aflicción intensa amenazan con sobrevenir. Nuevamente se enlazan las manos. Aquí el alma lucha consigo misma hasta que ella se domina y tranquiliza.

    Pero cuando alguien se presenta ante Dios con una actitud de corazón reverente coloca una mano bien extendida junto a la otra. Así, se da entonces, en completo orden, un decir bien la propia palabra, y si Dios lo concede, se da también un atento escuchar la palabra divina. También la sumisión se manifiesta como entrega cuando presentamos las manos, con las cuales nos defendemos, como si estuvieran unidas a las manos de Dios

    A veces ocurre que el alma se abre completamente delante de Dios en gran júbilo o acción de gracias. Porque se abren en ella, igual que en el órgano, todos los registros, y fluye la plenitud interior; o el anhelo se eleva y llama a Dios. Entonces el hombre abre las manos y las levanta lo más ampliamente posible, para que el torrente del alma fluya libremente y ésta pueda recibir plenamente lo que ella desea… Y puede ser que alguien se comprenda a sí mismo con todo lo que es y tiene, para ofrecerse en más alta entrega, sabiendo que es una ofrenda. Entonces cruza manos y brazos sobre el pecho en la Señal de la Cruz.

    Bello y grande es el lenguaje de la mano. La Iglesia afirma que Dios nos la ha dado para que "llevemos al alma en ella" Toma seriamente este lenguaje sagrado. Dios lo escucha. Habla desde el interior del alma. También puede hablar desde la apatía del corazón, desde la disipación o desde algún otro vicio. ¡Mantén las manos correctamente y preocúpate de que tu interior coincida verdaderamente con esto exterior!

    Lo que hemos hablado aquí es una cosa delicada. De tal cosa, propiamente, no se habla a gusto; frente a ella algo se agita. Por eso queremos abordarla cuidadosamente. No puede ser un juego vano, afectado, sino un lenguaje mediante el dual el cuerpo dice a Dios lo que el alma siente, con muy alta sinceridad.

    de "Los Signos Sagrados"
    Romano Guardini

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"No debáis nada a nadie, sólo sois deudores en el amor" (Rm 13,8)

Usa el crucifijo . Da testimonio de Cristo Vivo .

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