Aqui en silencio adoratriz contemple a Dios

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Basilica San Pedro , Vaticano

Amigos que Dios trae a este rincon de la red.

viernes, 13 de mayo de 2011

MORTIFICACIÓN DEL CORAZÓN Y RENUNCIAMIENTO A LA VOLUNTAD PROPIA

Dad vuestro corazón a Jesús cada vez más. No esperéis para eso a ser perfectos. No, dádselo ahora. No busquéis voluntariamente ningún consuelo. Dios, que os conoce y que vela sobre vosotros, os dará los que necesitéis in tempore oportuno.

Dios no quiere que procuréis el ser amado y el saberlo. Os lo concederá por añadidura, pero cuando ya no lo deseéis. Mientras tanto, quiere que lo busquéis a Él sólo, siempre por todas partes, en todo, especialmente en la humillación.

No busquéis nada sensible; no es sólido. Estamos compuestos de una parte espiritual y de una parte sensible; pero lo que sucede en la segunda es de orden absoluta. No debe contar prácticamente. Dios es espíritu. So1o importa, pues, lo espiritual. Si lo que le decís nada os dice, no importa. Continuad, con tal de que Él esté contento.

Más bien es, preciso temer las emociones sensibles en la vid espiritual, porque son emociones agradables. Se cree uno virtuoso. Se apega uno a ellas, porque son emociones agradables. No las pidáis, no las deseéis. No os adhiráis a ellas nunca. El amor sensible proviene del conocimiento sensible. ¡Si pudierais comprender la diferencia que hay entre el mismo amor natural de Jesús y el amor sobrenatural, el verdadero amor de caridad! Suponed un alma que, sin haber recibido la Gracia, hubiese amado a Nuestro Señor sobra la tierra únicamente porque Él era hermoso y bueno... Es algo de orden absolutamente distinto. Lo sensible debe ser mortificado, eliminado, para dejar sitio a lo espiritual. Fijaos en San Juan de la Cruz: no sólo quiere que se renuncie a lo sensible, sino, incluso, en los afectos espirituales, a la alegría sentida por si misma. Sobre la tierra, no hay proporción entre nuestro conocimiento y nuestro amor. Por eso es por lo que se puede amar más de lo que se conoce. Debe bastarnos con saber que Dios es Infinitamente amable y que se le ama cumpliendo su voluntad. El conocimiento sensible es secundario, pero podemos figurarnos a Nuestro Señor de tal o de cual manera; depende de las imaginaciones. En cuanto al conocimiento intelectual, San Juan de la Cruz dice, y es verdad, que no tenemos sobre Dios más que unas ideas toscas, pero mientras Dios no nos dé luces infusas, tenemos que servirnos de ellas aunque sepamos sobradamente que son toscas. Pues nosotros no somos espíritus puros.



RENUNCIAMIENTO A LA VOLUNTAD PROPIA

Nosotros probamos a Dios que le amamos cuando cumplimos su voluntad desde la mañana a la noche, cuando la cumplimos bien, cuando la cumplimos con todo nuestro corazón, no sólo en sus líneas generales, sino en sus más pequeños detalles.

La amistad verdadera consiste en la unión de dos naturalezas y de dos personas en una sola voluntad.

Caminad con la mirada fija en lo alto. Obedeced sencillamente, inteligentemente. Y, en lo demás, en cuanto no haya pecado, haced la voluntad ajena, mejor que la vuestra. Lo que cuesta más no es la mortificación, es la obediencia, esa cesión de nuestra voluntad a la voluntad de otro. ¡Bajo qué luz tan dis-tinta veríamos la obediencia, si viéramos en la voluntad de ese otro la de Dios!

A veces, ante un pequeño sacrificio que hemos de hacer, no queremos ver la voluntad de Dios, porque si la viéramos, estaríamos obligados a seguirla. Entonces desviamos nuestras miradas para no considerar el vínculo que une indisolublemente la perfección y ese pequeñísimo sacrificio.

Tenemos que reprocharnos todas las noches nuestras resistencias a la voluntad de Dios por falta de generosidad, por falta de amor y, sin embargo, un sacrificio frustrado queda frustrado eternamente… y quizá era el comienzo de una cadena de gracias que se rompió porque no supimos coger su primer anillo. La fidelidad en las pequeñeces para con un Dios tan grande seria para nosotros el comienzo de los máximos favores. Santa Teresa del Niño Jesús decía que no recordaba haber negado nada a Dios desde la edad de tres años.

Desconfiad mucho de los razonamientos a los que os sintáis apegados. No son fruto normal de vuestra inteligencia, sino más bien de vuestra voluntad. No siempre veis las cosas como en realidad son, pues hay imponderables atómicos que se os escapan. Y suplís esta deficiencia con un alarde de voluntad: "Lo quiero así, pues así lo mando, y si me preguntáis el motivo os diré que es mi voluntad" (Juvenal). Es algo que hay que corregir.

No dejéis hacer a Dios lo que podáis hacer vosotros mismos. Todavía le quedará mucho que hacer.

No puedo actuar fuera de las indicaciones de Dios. Cada vez que me he mantenido en los límites exactamente trazados por la Providencia se ha realizado un poco de bien. Cada vez que he querido traspasarlos, aunque no fuera más que en una tilde y bajo los mejores pretextos, lo he embrollado todo y el bien no se ha realizado.


Robert de Langeac - La vida oculta en Dios

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"No debáis nada a nadie, sólo sois deudores en el amor" (Rm 13,8)

Usa el crucifijo . Da testimonio de Cristo Vivo .

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