Aqui en silencio adoratriz contemple a Dios

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Basilica San Pedro , Vaticano

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sábado, 8 de enero de 2011

EL CORAZÓN DE CRISTO


El corazón de Cristo es el centro del mundo, lo mismo que el corazón del hombre es el centro de su cuerpo y de su ser. San Clemente de Alejandría escribe: «De Dios, Corazón del universo, parten extensiones infinitas que se dirigen, una hacia arriba, otra hacia abajo, esta a la derecha, aquella a la izquierda, una hacia delante y otra hacia atrás. Dirigiendo la mirada hacia estas seis extensiones, como hacia un número siempre igual, Dios consuma el mundo. Él es el principio y el fin, el Alfa y el Omega; en Él se consuman las seis fases el tiempo, y de Él reciben su extensión indefinida: ese es el secreto del número Siete». Ya citamos y comentamos en otro lugar más extensamente este texto en el que Clemente, siguiendo un simbolismo matemático ciertamente heredado de la tradición hebraica, evoca el desarrollo de la creación a partir del punto primigenio que se proyecta y multiplica en el espacio y las seis fases del tiempo, o sea los seis períodos cíclicos representados simbólicamente por los seis milenios o «días» del Génesis y que se resuelven en el séptimo o Sábado, regreso al Principio. El Punto primigenio es llamado en la Cábala el «Santo Palacio» o «Palacio interior»; no es otra cosa que el Corazón del Verbo, que vemos con ellos que está en el centro del mundo, del espacio y del tiempo, y que, para emplear una expresión del poeta Baudelaire, impone todos los tiempos y todos los universos.
Por eso puede decirse que el Corazón del mundo está así maravillosamente simbolizado por el sol, al que igualmente se ha considerado corazón del mundo; lo hace por ejemplo el neoplatónico Proclo: «Dispensador de luz –exclama dirigiéndose al astro–, oh señor que tienes la llave de la fuente que mantiene la vida... que ocupas por encima del Éter el trono de en medio y que tienes por imagen un círculo deslumbrante que es el Corazón del mundo, tú lo llenas todo de una providencia capaz de hacer despertar la inteligencia» (4). Esta asimilación está basada en la analogía entre la posición central del astro y su función en el mundo y las del corazón en el cuerpo humano: «El sol –dice Plutarco– con la fuerza de un corazón dispersa y difunde fuera de sí mismo el calor y la luz, como si fuese la sangre y el aliento» (5). Y lo mismo Macrobio: «El nombre de Inteligencia del mundo que se da al sol responde al de Corazón del cielo; el sol, fuente de la luz etérea, es para este fluido lo que el corazón para el ser dotado de vida» (6). Y el citado Al-Jîlî consideraba igualmente que el corazón es a las demás facultades lo que el sol es a los planetas: del sol reciben su luz y su impulso:
El Corazón de Cristo es llamado en las Letanías «Hoguera ardiente de caridad», y así se apareció en 1674 a Santa Margarita María Alacoque en su segunda revelación: «Este corazón divino –escribe– se me apareció como en un trono de fuego y llamas más radiante que un sol y transparente como el cristal». Ya Santa Matilde había visto el Corazón de Cristo resplandeciente de luz (7). Toda esta simbología del centro y del sol está maravillosamente inscrita en el famoso mármol de la cartuja de Orques (Sarthe) (ver ilustración de cabecera). Es una prueba extraordinaria de la profundidad intelectual, en el verdadero sentido de la palabra, a la que habían llegado los monjes de San Bruno en la comprensión del misterio del Corazón. Este mármol representa el Corazón irradiante en medio de dos círculos, concéntricos con respecto a él, el círculo de los planetas, que es el más interior, y el círculo del zodíaco, que es el más exterior. Señalemos de paso que en la India, donde el sol también es llamado «corazón del mundo» u «ojo del mundo», a veces lo representan en el centro de la rueda zodiacal, como en Orques. Se expresa así, todo al mismo tiempo, la idea de que el Corazón de Cristo está en el centro del mundo y la de que ilumina y da vida como el sol.

3 comentarios:

  1. gracias por este compartir que nos sepamos abandonar en ese corazón de jesús misericordioso que nos acoge y nos ama con locura gracias y pido al señor que su corazón de amor reine en nuestro mundo y en el mundo de cad hombre gracias y unidos en oración y un abrazo

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  2. Von Balthasar en su libro "El Corazón del mundo" aborda el mismo tema con gran profundidad y sentido poético.

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  3. GRACIAS LOURDES, GRACIAS ANONIMO POR EL DATO.
    Este texto lo extrai de varios autores, ya buscare la fuente y la traere.
    GRACIAS. VON BALTHASAR es maravilloso.

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"No debáis nada a nadie, sólo sois deudores en el amor" (Rm 13,8)

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