viernes, 6 de agosto de 2010

El desierto . Vida contemplativa

Lugar privilegiado del encuentro: con Dios, con uno mismo y con las realidades de nuestro propio mundo.


          Si el desierto significara una simple "fuga del mundo", sería el lugar más vacío, desolador y temible. El hombre no nació para estar sólo. Dios nos hizo esencialmente para la comunicación y para el don. Es allí donde sólo se realiza plenamente nuestra vocación humano-divina. Una cosa es sentirse desoladamente sólo (abominable encuentro con el vacío y la lucha personal) y otra es vivir en la soledad y en el silencio la privilegiada e inefable presencia de Aquél que nos dice todo y obra todo en todos. Por eso, un alma contemplativa, que vive fecundamente en su soledad , es un alma que experimenta el gozo de una doble presencia: el don de Dios y la espera de los hombres. El alma contemplativa sabe que en el desierto le espera Dios y que el mundo tiene urgente necesidad de este encuentro para ser iluminado, pacificado y salvado.

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